La transmisión se produce de aves a mamíferos, contando con mosquitos chupasangre como vector intermediario. En los reservorios se produce amplificación del virus, mientras que los mamíferos son fondos de saco ciegos; es decir, la carga vírica que se alcanza en ellos es suficiente como para provocar enfermedad, pero no lo es tanto como para que un mosquito se infecte al picar.
La dispersión e incidencia de la enfermedad coincide con la disponibilidad de vectores y reservorios con potencial de transmisión; de este modo, los brotes estacionales reflejan la estacionalidad del mosquito.
El WNV tiene predilección por los tejidos nerviosos y produce, entre 7 y 10 días después de la infección, alteraciones en el estado mental y en los pares craneales. También causa déficits motores, caracterizados principalmente por debilidad y ataxia. Son frecuentes las fasciculaciones cutáneas y musculares, tremores e hiperestesia. Son característicos los cambios de personalidad (un caballo tranquilo puede mostrarse agresivo temporalmente, y un caballo agresivo puede aparecer tímido). Con frecuencia, antes de aparecer los síntomas neurológicos, el caballo manifiesta fiebre, anorexia y depresión. Los caballos que quedan en decúbito necesitan terapia de soporte agresiva. Algunos caballos son eutanasiados humanitariamente o mueren de manera espontánea. Si en un plazo de 3-7 días tras comenzar la enfermedad el caballo muestra mejoría, puede haber una recuperación completa en un plazo de 1-6 meses en la mayoría de los casos.
IMPORTANTE. El WNV es una zoonosis (una enfermedad animal que afecta al hombre), por lo que suma importancia el control de vectores; especialmente teniendo en cuenta que no existen vacunas para personas.
Las medidas de prevención son:
Control de la población de mosquitos
Vacunación anual frente a WNV
Programas de vigilancia de aves salvajes