La influenza o gripe equina es la enfermedad vírica respiratoria más frecuentemente diagnosticada en el caballo. Tremendamente contagiosa, aunque raramente mortal. Está causada por los subtipos H7N7 y H3N8 del virus Influenza.
Équidos de todas las razas y edades pueden infectarse con el virus. La infección en burros y mulas es normalmente más severa que en caballos; en neonatos puede ser fatal. La Influenza Equina presenta una alta morbilidad (tasa de caballos infectados) en grupos susceptibles, aunque una baja mortalidad. Los brotes pueden ocurrir en cualquier época del año, aunque hay registrados brotes estacionales, probablemente debidos a la convergencia de factores de riesgo (congregaciones de caballos: concursos, romerías, subastas, transportes…).
La transmisión entre caballos es muy rápida y ocurre directamente al contactar con individuos infectados y con sus secreciones, así como por vía aérea. Las personas y materiales en contacto con caballos infectados también pueden vehicular el virus entre diferentes individuos. Las aves migratorias juegan un papel importante en la transmisión del virus, ya que suponen un amplio reservorio global de todos los subtipos de Influenzavirus. También son una importante fuente de contagio los caballos vacunados previamente con enfermedad subclínica que eliminan el virus.
El virus tiene un corto periodo de incubación. El primer síntoma de la enfermedad es la aparición de fiebre, que se acompaña de la eliminación de grandes cantidades de partículas víricas vía aerógena (mediante las secreciones nasales). Después aparece la descarga nasal, que es serosa inicialmente y pasa a ser mucopurulenta a los pocos días. Conjuntamente aparece la tos y, de manera variable, pueden aparecer linfadenopatía retrofaríngea y taquipnea. Como consecuencia de la fiebre, los caballos presentan anorexia, que se traduce en una evidente pérdida de peso. Por supuesto, todos estos síntomas se ven exacerbados con el ejercicio.
Las complicaciones que pueden sufrir los caballos infectados son: bronconeumonía bacteriana, miositis, miocarditis, edema en extremidades y, en casos raros, signos de encefalitis. Se especula que la infección por Influenza pueda predisponer a los caballos a padecer asma y hemorragia pulmonar inducida por el ejercicio.
El diagnóstico es presuntivo en la mayoría de las ocasiones; sin embargo, el diagnóstico laboratorial permite diferenciar si la enfermedad es causada por un virus Influenza o por un Herpesvirus tipo 1 o 4, por el virus de la Arteritis Viral Equina u otros patógenos respiratorios.
El tratamiento tiene varios abordajes:
– Manejo: proporcionar un ambiente tranquilo y asegurar una buena hidratación
– Médico: con antiinflamatorios para reducir la fiebre y la mialgia y, en los casos que lo requieran, antibióticos para combatir la neumonía bacteriana
– Terapia antivírica Tras superar la enfermedad, el caballo debe mantenerse en reposo; se estima que éste debe durar 1 semana por cada día que el caballo ha estado enfermo. De esta manera se asegura el que no puedan aparecer complicaciones respiratorias asociadas. La inmunidad no es permanente, de tal forma que un caballo que padece la gripe puede volver a infectarse el año siguiente.
La prevención se realiza principalmente mediante la vacunación »:
– Vacunar a las yeguas un mes antes del parto protege a los potros durante los primeros meses de vida
– Los potros se vacunan una vez desaparece la inmunidad materna (aproximadamente a los 6 meses de vida) y se les aplica un recuerdo a las 5 semanas
– Posteriormente, la revacunación es anual
– En caballos de concurso, la organización suele exigir una vacunación semestral. Además, entre la aplicación de la vacuna y el primer concurso tras la misma, deben pasar un mínimo de 10 días
Así mismo, son importantes las medidas higiénicas para prevenir la infección.